#34: Las contradicciones del Renacimiento Psicodélico
Los desafiós de integrar medicina ancestral, ciencia moderna y la participación ciudadana en el medio del auge de la terapia psicodélica.
Hace semanas que vengo intentando poner en orden algunas ideas que me vienen surgiendo constantemente desde que me metí de lleno en este mundo de los estados alterados de consciencia con enteógenos.
Talvez estas ideas estén influenciadas por el auge de este nuevo renacimiento psicodélico y también por el estado de crisis y colapso que el mundo está viviendo hoy en día. Y obviamente condicionadas por mi óptica, mi visión personal y el contexto del que soy parte.
Siento que el momento en el que vivimos está lleno de contradicciones, así como la experiencia psicodélica misma (quien alguna vez haya experimentado una dosis alta de estas sustancias que alteran nuestra percepción, puede entender de lo que estoy hablando) y que necesitamos constantemente ponerle atención a esta dualidad contradictoria, desde otra perspectiva.
Nuestro pensamiento contemporáneo occidental tiene una base cultural centrada en el dualismo. Este concepto que trata de definir a la realidad en la que operamos desde una visión bastante simplificada. Esta es una corriente filosófica, metafísica y teológica, que intenta explicar el origen y la naturaleza del universo a través de dos principios contrarios entre sí: cuerpo y mente, espíritu y materia, bien y mal, luz y oscuridad, ying y yang, masculino y femenino… y así podríamos seguir. Este sistema básicamente divide cuerpo y mente en dos conceptos opuestos. Y de esta forma, en general, es que opera nuestra consciencia en este plano.
Y desde esta óptica por la que somos configurados desde que nacemos, es que surgen estas contradicciones a las que constantemente intento buscarles la vuelta. Una de ellas y en la que me baso para escribir este artículo, tiene que ver con la lucha entre la medicina nativa tradicional y la biomedicina/farma moderna.
Esta semana Paul Stamets abrió un debate basado en un paper publicado hace unos días, cuestionando el “¿Por qué no hay más estudios clínicos sobre los hongos de psilocibina frente a la molécula de psilocibina?”. En el paper participó Roland Griffiths, profesor de neurociencia, psiquiatría y ciencias del comportamiento, y director del Centro de Investigación Psicodélica y de la Conciencia de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, una de las instituciones que más investiga con psicodélicos en el mundo.
La visión de Paul es clara, como micólogo y conservacionista, constantemente trae la reflexión de que es necesario ponerle atención al desarrollo de la ciencia que investigue los hongos de psilocibina. Esto es complejo, porque la investigación requiere de mucha inversión y la filantropía privada (o la inversión estatal) es más escasa que la codicia de los inversores de capital de riesgo dispuestos a bancar el desarrollo de patentes para poder tener un retorno de sus millonarias inversiones.
Es probable que las grandes farmacéuticas también intenten, con todos sus recursos y tácticas, adueñarse de patentes análogas a estos compuestos naturales que son patrimonio de la humanidad (psilocibina, dmt, mescalina). Y esta es una de las razones por las que sigo siendo escéptico sobre los resultados del actual movimiento psicodélico que está siendo construido por parte de nuestra dominante cultura occidental.
Sobre lo expuesto arriba, es necesario que tengamos capacidad de discernimiento y entendamos de antemano quién banca los papers e investigaciones científicas que dominan el relato actual. Escribí sobre esto algunas semanas atrás con un ejemplo muy claro de como dos investigaciones contradictorias, sacan sus conclusiones del uso de la psilocibina combinada con antidepresivos.
Por otro lado, no podemos negar que la innovación de la ciencia y la tecnología han hecho que este mundo avance de forma acelerada en los últimos siglos. ¿Qué sería de nosotros sin internet, por ejemplo, o sin la medicina moderna que cure urgencias que antes no podíamos curar?
Siento que tenemos que mudar de perspectivas y alejarnos del pensamiento dualista. Sabemos que el prohibicionismo hizo y sigue haciendo estragos en el consumo de drogas a nivel mundial y que prohibirlas no resolvió nada en los últimos 60 años. Pero también sabemos que el sistema de control en el que vivimos no va a permitir la “legalización total” que proponía el movimiento hippie en los sesenta, a pesar de que ya esté comprobado que los psicodélicos clásicos son menos mortales que el tabaco y el alcohol. Y es por esto que creo que necesitamos visiones mediadoras e integradoras de nuestras sesgadas realidades.
Necesitamos ponerle consciencia entre todos los actores de este ecosistema a este debate, para crear una nueva conversación y evitar cada vez más la confrontación polarizada.
Las comunidades indígenas (las pocas que quedan) necesitan tener su voz, compartir su visión y perpetuar su conocimiento sin ser vulnerados, anulados de la conversación y deprivados de sus recursos ancestrales (plantas y hongos sagrados). Los occidentales del mundo moderno necesitamos aprender, que llevarnos todo por delante ante la óptica del capitalismo desmedido nos lleva a una crisis de significado y valores, que deriva en los índices más altos de depresión y suicidio que tuvo la historia humana.
Hoy en día, alrededor del 56% de la población mundial vive en centros urbanos. Se espera que esta tendencia continúe, y que la población sea más del doble de su tamaño actual para 2050, en el futuro 7 de cada 10 personas van a vivir en ciudades.
¿Si la crisis de salud mental sigue creciendo y la cantidad de personas viviendo en ciudades aumenta, que va a pasar con la medicina ancestral? En realidad esto ya está pasando y venimos sufriéndolo hace décadas. Un ejemplo es el turismo psicodélico en las comunidades del Amazonas peruano/brasilero, donde se mercantilizó al extremo el “shopping chamánico”. ¿Y me pregunto también como vamos a hacer para atender a la población de las grandes ciudades, si la ciencia descubre que la microdosis de hongos es más efectiva que los antidepresivos? Tendríamos que dar cursos de autocultivo en todas las escuelas, para que la población pueda tener acceso a sus microdosis… idea totalmente sin sentido y que sabemos que no va a pasar.
Siento que tenemos que amigarnos con la teoría de la medicalización regulada, como una antesala necesaria para una despenalización y luego liberación controlada del consumo recreativo. Necesitamos aprender del recorrido que hizo el cannabis. Un claro ejemplo de esto fue Alemania allanando el camino la semana pasada para permitir que los adultos compren y posean legalmente pequeñas cantidades de cannabis para usarlo como quieran.
Dicho esto, talvez en un futuro necesitemos aceptar que va a haber grandes farmacéuticas que produzcan psilocibina (y otros psicodélicos) sintética para abastecer el sistema de salud actual y hacer llegar los psicodélicos a más personas (a través de la salud pública y la privada). Pelearnos contra la corriente es seguir perpetuando el pensamiento dualista que nos polariza y que es en parte responsable del mismo dolor del que somos víctimas. Está en cada uno de nosotros aceptar lo que nos hace sentido y ver donde queremos pararnos.
La medicina tradicional indígena y nativa, no va a desaparecer, pero va a quedar limitada al conocimiento a través del traspaso de la palabra entre generaciones de abuelos a nietos y su uso talvez sea más cuidado y restringido. Estas comunidades son los guardianes ancestrales de estas plantas y hongos sagrados y de su cosmovisión. Ellos merecen respeto y apoyo para resguardar esta tradición.
La neo farma y la biomedicina ya están apostando millones financiados por grandes inversores para revolucionar la psiquiatría que viene quedando obsoleta para los problemas de salud mental de las grandes poblaciones urbanas. La investigación de la ciencia responsable (y que no esté sesgada por quien la banca) en este punto es necesaria y la conciencia de los empresarios es clave para no sucumbir ante la codicia desmedida. Este es uno de los caminos de la mejora de la salud a gran escala y talvez el único posible en el mundo que vivimos hoy.
Y para salirnos de este panorama dualista es que probablemente necesitemos integrar esta tercera visión. La de millones de personas que no confían en las farmacéuticas y en la medicina moderna, pero que tampoco tienen la capacidad de invertir tiempo y dinero para irse a un retiro con una tribu shipibo-konibo en el Amazonas.
En este mundo intermedio de la dualidad es donde conviven los conceptos de la ciencia ciudadana y el activismo. Donde los usuarios podemos ser al mismo tiempo investigadores y creadores de nuestras propia experiencia, compartiendo el conocimiento colectivo y educándonos.
Talvez integrar estas tres perspectivas sea el gran desafío de los próximos años en este ecosistema. Nada imposible, pero también nada fácil. Así como la experiencia psicodélica misma, donde navegar por los estados alterados y las contradicciones de nuestro ser, se torna un desafío en evolución constante.
“En nuestra sociedad occidental científica moderna, totalmente basada en el exterior, necesitamos transformarnos hacia una sociedad en equilibrio entre el exterior y el interior, incluyendo así el mensaje del resto de las filosofías ancestrales que nos dicen que hemos de ir hacia dentro, hacia nuestro centro.”
Nassim Haramein.
Para ver
La miniserie “Medicina Letal” que estrenó Netflix hace unas semanas. Este documental espectacular, basado en la historia real del OxyContin y del laboratorio Purdue Pharma, responsables de iniciar la crisis de opioides en el año 1995 en Estados Unidos.