#57 - Desde el día de la bicicleta a la burbuja psicodélica y hacia una nueva contracultura.
Desde la primera experiencia con LSD al auge de los psicodélicos en el mundo contemporáneo.
Hoy escribo sobre la historia del ácido lisérgico, desde su primeras síntesis en Suiza, hasta el uso transformacional para explorar la creatividad por varios artistas en las décadas del 60´y 70 y cómo podemos usar la historia para crear una contracultura que sostenga este auge del relato mainstream de los psicodélicos.
Talvez el LSD, o popularmente conocido como ácido, sea una de las drogas más conocidas del mundo. Su historia es fascinante y está llena de descubrimientos científicos, experimentación cultural y controversias.
El ácido lisérgico fue sintetizado por primera vez en 1938 por el químico suizo Albert Hofmann mientras trabajaba en los laboratorios Sandoz (ahora Novartis) en Basilea, Suiza. Hofmann inicialmente lo desarrolló como parte de su investigación en busca de compuestos farmacéuticos derivados del ergot, un hongo que crece en los granos de centeno.
Mientras el químico manipulaba el LSD en su laboratorio, accidentalmente absorbió una pequeña cantidad del compuesto a través de su piel. Esto condujo al primer viaje de ácido documentado en la historia. Años más tarde, en 1943, Hofmann decidió resintetizar el LSD el 16 de abril. Tres días después (el 19 de abril) tomó una dosis de 250μg (0,25 miligramos), lo que llevó a un viaje extremadamente poderoso y revelador, que más tarde llamó “la experiencia más significativa de su vida”. Así nació el famoso “día de la bicicleta” que se festeja en todo el mundo como el primer viaje de LSD de la historia.
Después de la síntesis de Hofmann, Sandoz comenzó a distribuir LSD como medicamento bajo el nombre comercial de “Delysid”. En los años 50 y 60, el LSD fue estudiado extensamente por psiquiatras y psicólogos como una herramienta potencial para el tratamiento de diversos trastornos mentales, incluyendo la esquizofrenia y el alcoholismo. En nuestro país, el libro “Viva la Pepa” relata historias del uso de LSD en auge del psicoanásis argentino.
Durante la década de 1950, el LSD comenzó a filtrarse en la cultura popular y en la contracultura emergente de los años 60. Figuras como Timothy Leary (escritor y psicólogo estadounidense) y Aldous Huxley (escritor y filósofo británico) abogaron por su uso como una herramienta para la expansión de la consciencia y la exploración espiritual. El LSD se convirtió en un símbolo de la rebelión contra las normas sociales establecidas y fue consumido por artistas, músicos y activistas.
A mediados de la década de 1960, los Beatles, junto con otros músicos y artistas de la época, fueron introducidos al LSD. Se dice que su experiencia con la droga tuvo un impacto significativo en su creatividad y en la dirección de su música. Álbumes como “Revolver” (lanzado en 1966) y “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” (lanzado en 1967) reflejan influencias psicodélicas, tanto en términos de sonido como de letras. Se cree que varias canciones de los Beatles fueron escritas bajo la influencia del ácido lisérgico o fueron inspiradas por experiencias relacionadas con la droga, como por ejemplo, “Lucy in the Sky with Diamonds”.
Varios miembros de los Beatles, incluyendo a John Lennon, Paul McCartney y George Harrison, admitieron públicamente haber experimentado con el LSD y otras drogas psicodélicas durante la década de 1960.
A medida que el LSD se asociaba cada vez más con la contracultura y los movimientos antiestablishment, su uso recreativo y terapéutico comenzó a ser objeto de escrutinio por parte de las autoridades. En 1965, los Estados Unidos prohibieron el LSD, lo que luego llevó a una prohibición global. La percepción pública del LSD se vio influenciada por los informes de “malos viajes”, abusos y accidentes relacionados con su consumo.
A pesar de su prohibición, el interés en el potencial terapéutico del LSD ha resurgido en las últimas décadas. La investigación científica ha comenzado a explorar nuevamente sus efectos en el tratamiento de trastornos mentales como la depresión, la ansiedad y el trastorno por estrés postraumático, con resultados prometedores en algunos casos.
LSD para Tratamiento.
Luego de 59 años de prohibicionismo, el 7 de marzo de 2024, finalmente la FDA (Food and Drug Administration de los Estados Unidos) finalmente aprobó y aceleró el uso del LSD como tratamiento para la ansiedad.
Este camino de vía rápida o de “Terapia Innovadora” como es designado, le permite a una startup de biotecnología basada en New York (Mind Med Inc.) pasar por el proceso de aprobación estándar de la FDA, incluidos los ensayos de fase III, que son los necesarios para aprobar la droga para uso médico regulado.
Esa etiqueta no se otorga de forma fácil (solo alrededor de 500 sustancias la han obtenido desde 2012) y la agencia se la otorga a medicamentos que han demostrado una “mejora sustancial” con respecto a los tratamientos disponibles actualmente. Ese estatus aumenta la posibilidad de acelerar el desarrollo y la aprobación.
Otras dos empresas desarrollando compuestos psicodélicos también han recibido el estatus de terapia innovadora de la FDA: la psilocibina de Compass Pathways para la depresión resistente al tratamiento y el MDMA (3,4-metilendioximetanfetamina) del MAPS, para el trastorno de estrés postraumático.
Según MindMed, una dosis única de MM120 (d-tartrato de lisergida, el fármaco producido análogo al LSD) produjo una tasa de remisión del 48% del trastorno de ansiedad generalizada 12 semanas después de la administración.
El MM120 también mejoró significativamente los síntomas del trastorno de ansiedad generalizada en el 65% de los pacientes en tres meses, según los resultados del ensayo de fase 2b diseñado para probar los niveles de dosis.
Actualmente, los psiquiatras continúan diagnosticando un número récord de personas con trastornos de ansiedad y depresión (1 de cada 6 personas que llegan a los consultorios son diagnosticadas con depresión, un máximo histórico, mientras que más del 10% de la población experimenta ansiedad).
MindMed argumentó que las razones son que estas condiciones de salud mental siguen siendo un problema, pero también porque los tratamientos actuales con benzodiacepinas son adictivos y malos, lo suficiente como para que algunos pacientes permanezcan enganchados durante décadas. MindMed defendió, en cambio, una opción de tratamiento no adictiva, que los pacientes solo necesitan tomar una vez: un fármaco “milagroso” llamado dietilamida del ácido lisérgico (LSD).
En 2020, la empresa, inició un nuevo programa de desarrollo de fármacos, bautizado como “Proyecto Lucy”, donde los terapeutas administraron “dosis experienciales” de LSD a pacientes que sufrían de ansiedad.
MindMed aún no ha alcanzado el estatus de fabricante de medicamentos para poder distribuir su análogo de LSD, pero es una de las empresas pioneras destinadas a ser parte de la Big Pharma Psicodélica, junto con Compass Pathways y Lykos Therapeutics (la nueva empresa del MAPS). El MM120 de MindMed competirá con medicamentos como Spravato (de Johnson & Johnson), un análogo de la ketamina que, por ahora, es el único aerosol nasal aprobado por la FDA para la depresión resistente al tratamiento y que se vende en varios países del mundo.
Estamos en una burbuja?
La idea de una “burbuja psicodélica” sugiere un período en el que el interés, la inversión y la atención cultural hacia las sustancias, terapias y experiencias psicodélicas están experimentando un aumento significativo.
Si bien es un desafío afirmar definitivamente si actualmente nos encontramos en una burbuja de este tipo, ciertamente hay indicios de un mayor interés y actividad en el espacio psicodélico.
Viene habiendo un resurgimiento de la investigación científica sobre el potencial terapéutico de los psicodélicos, en particular sustancias como la psilocibina, el MDMA y el LSD. Este renovado interés ha dado lugar a resultados prometedores en ensayos clínicos y a una creciente aceptación entre la comunidad médica.
El creciente reconocimiento del potencial terapéutico de los psicodélicos ha atraído importantes inversiones tanto de inversores privados como de empresas farmacéuticas. Varias empresas emergentes y organizaciones de investigación están explorando diversos aspectos de los psicodélicos, desde el desarrollo de fármacos hasta los métodos de administración de terapias. Este aumento de la inversión indica una creencia en la viabilidad económica potencial de los proyectos relacionados con los psicodélicos.
Además, parece haber un cambio cultural más amplio hacia la apertura y la aceptación de los psicodélicos. La cobertura de los medios, incluyendo documentales y artículos que destacan los beneficios terapéuticos y la importancia histórica de los psicodélicos, ha contribuido a una percepción pública más positiva. Además, figuras populares y celebridades han hablado abiertamente de sus experiencias con psicodélicos, normalizando aún más la conversación.
Y por último, y tal vez más importante, en los últimos años se aboga cada vez más por la despenalización o legalización de ciertos psicodélicos, particularmente para uso terapéutico o de autoexploración espiritual. Algunos países ya vienen promulgado medidas para despenalizar los psicodélicos o facilitar la investigación sobre su potencial terapéutico. Estos esfuerzos reflejan una actitud cambiante hacia sus beneficios potenciales.
Si bien estos factores sugieren un creciente interés e impulso en el ecosistema psicodélico, aún está por verse si esto constituye una real “burbuja”. Las burbujas suelen implicar excesos especulativos y un crecimiento insostenible, a menudo seguidos de una fuerte caída. Es crucial que los involucrados en el ecosistema psicodélico procedan con cautela, asegurándose de que el enfoque permanezca en la investigación responsable, las prácticas éticas de uso y la seguridad de los usuarios, en lugar de centrarse únicamente en las ganancias o el sensacionalismo.
Una nueva Contracultura
Una contracultura podría definirse como un movimiento social y cultural que surge como reacción o respuesta a las normas, valores y estructuras dominantes de la sociedad en un momento dado. La contracultura tiende a desafiar las convenciones establecidas y a cuestionar las instituciones y prácticas tradicionales.
Hace tiempo que vengo sosteniendo que la única forma de que no repitamos los errores del pasado es creando un activismo comunitario que pueda transcender la individualidad y aprender de los errores del pasado.
Si bien los movimientos contraculturales se ha caracterizado en la historia por la resistencia activa o pasiva hacia las normas sociales y políticas predominantes. Esto no solo debe manifestarse a través de protestas, movimientos sociales, expresiones artísticas subversivas y otras formas de resistencia. El claro ejemplo de esto es el movimiento Fungí (o el auge de los hongos) que abarca mucho más que solo los psicodélicos.
Los hongos vienen seduciendo a la narrativa mainstream de una forma que abarca múltiples facetas: desde el arte, la gastronomía, la sostenibilidad y la terapéutica.
La contracultura a generalmente promueve la exploración de ideas y valores alternativos que difieren de los aceptados por la sociedad dominante. Esto puede incluir ideologías políticas radicales, filosofías de vida alternativas, y enfoques no convencionales hacia la sexualidad, la espiritualidad y otros aspectos de la existencia humana. Quien alguna vez haya experimentado dosis altas de hongos psicodélicos podría compartir esta afirmación.
La contracultura suele fomentar la creatividad y la expresión cultural libre, incluyendo formas de arte, música, literatura y moda que desafían las normas establecidas y celebran la individualidad y la autenticidad.
Los miembros de un ecosistema en el que predomina la filosofía contracultural a generalmente están abiertos a la experimentación y la exploración de experiencias nuevas, incluyendo el uso de sustancias que expanden la consciencia, la práctica de formas alternativas de espiritualidad, y la adopción de estilos de vida más comunitarios.
La contracultura puede surgir en respuesta a una variedad de factores, incluyendo la alienación social, la injusticia política, la represión cultural, y la insatisfacción con el status quo. Históricamente, la contracultura ha desempeñado un papel importante en la promoción del cambio social y cultural, así como en la expansión de los límites de lo que se considera aceptable o legítimo en la sociedad.
Y talvez esta nueva contracultura psicodélica que se está tornando cada vez más mainstream pueda sostenerse a lo largo del tiempo…
Pero este movimiento no es nuevo, siempre estuvo y siempre estará. Ahora no somos solo los locos, los artistas que se animaban a decir lo que nadie decía, los marginados de la sociedad que desafiaban el modelo. Hoy en día somos los hijos, las hijas, los padres y las madres, los trabajadores, los empresarios, los políticos, los deprimidos, los ansiosos, los traumatizados y las víctimas de una sociedad moderna que no aguanta más y dice “hasta acá llegamos”.
Si queremos vivir una nueva realidad, es nuestra responsabilidad crearla.
Muy bueno!